DOS CHARANGOS CELESTIALES
No recuerdo cómo, de un momento a otro, me encontré dentro de la acogedora capillita de Challapampa, a unos diez minutos de Juli. Sus muros de adobe desteñidos por el tiempo, su techo de paja desalineada y el soberbio campanario de piedra, me abrazaron apenas crucé un pequeño arco rústico pero refinado.
Me impactó, al entrar, lo único que hay: un enorme retablo manierista, creo de maguey, suavemente decorado con pan de oro, dicen que pesa 500 kilos, obra del hermano jesuita Bernardo Bitti, y dicen también que es de 1590. Allí aparecen dos ángeles rasgueando sus charangos, como los charangos de nuestra zona. ¡Increíble! Algunos entendidos dicen que el charango apareció recién en 1700.
Apreté los ojos para ver los detalles. Y en un reflejo inmediato, no pude evitar la extrañeza de uno de ellos.
EL EMBRUJO POLÍTICO
Revisando algunos papeles, desteñidos por el tiempo, encontré uno casi amarillento, donde transcribí mientras practicaba mecanografía un cuento del cuentista y poeta libanés Khalil Gibran. Me impactó la pertinencia del cuento para la coyuntura actual. Lo transcribo:
«Había una vez, en la lejana ciudad de Wirani, un rey que gobernaba a sus súbditos con tanto poder como sabiduría.